martes, 9 de junio de 2009

La muerte que no cesa
Jesús Marín

…En el viento helado de esta noche, mi espíritu te busca, la oscuridad brillante de mi corazón se ha encendido, busco tu rastro en este manto denso, tu rastro a sangre me guiara a ti, buscando alimentarme de tu cuello, pacientemente estoy. Huye ahora que puedes, si dejas las horas correr muy tarde para ti será, pues ya no serás el mismo…
La leyenda de Sara, la princesa oscura

Sepan, ¡oh Dioses que no hay peor muerte que la de no morir!, ¡Que no hay peor castigo que la inmortalidad! EL no poder cerrar los ojos nunca. El vivir eternamente por las noches en un vagar que no termina, suplicando por el nombre de Ella, suplicando por la tibieza de su sangre, por el sabor de su vientre. ¡ Oh la dulce muerte de los mortales, oh el dulce silencio de ya no escuchar las otras voces, las otras vidas ¡ Venid a mí, dadme la dulce sombra de la muerte, dadme la paz, has que cese este tormento, has que cese esta sangre por su cuerpo, esta sed por su sangre, esta ansia por su alma.
Oh, Sara, mi princesa, oh Sara, mi pequeña niña, me has condenado a la peor de las muertes: a la muerte que no cesa, la muerte que nos mantiene vivos sin morir, que nos quita la sangre y la sed, que nos arroja a los desfiladeros sin descanso. A la muerte de vagar las noches buscando un rastro de ti. Me dejas sangrando en una muerte que no termina, en un dolor que no cesa. Acaso ya no tienes amor en tu corazón, acaso has dejado de nombrarme en tus sueños. Oh Sara, ángel convertido en mujer para la redención de mis pecados, tú que con una palabra has sanado este insanidad de odios, esta sed de venganza y maldad, ahora con una palabra me arrojas al desierto, me dejas en manos de los enemigos, los impíos, los que no conocen el poder y sabiduría de la oscuridad, los que adoran al falso Dios.
Oh mi Dios, mi Señor de las tinieblas, la luz más bella, mi amado Luzbel, por qué me has abandonado, por qué me destierras de los muslos de mi amada Sara, por qué has permitido que crezca en su corazón la ortiga del olvido, por qué me dejas morir de sed.
Yo ya no tengo a dónde ir. Me he quedado ciego y solo, me he quedado sin tus manos que eran la luz de mi cuerpo. Me que quedado sin tu boca que era la dulce agua de mi sed. Me he quedado sin la santidad de tu vientre que era mi templo y mi refugio.
Aquí en mi tumba, bajo la tierra, cierro los ojos, esperando no abrirlos, por vez primera en centurias tengo miedo, oh mi amada niña, miedo de que tú ya no existas para mí, miedo de que nunca regreses de entre los muertos a darme el calor de tu sangre. Ven ángel de oscuridad, ven con tu cuerpo frágil de eternos veinte años, ofréceme el fruto de tus senos, déjame hundirme en el abismo que habita entre tus muslos, donde renazco, donde vuelvo a ser hombre, donde me convierto en niño, puro y libre de pecado, donde pronunció tu nombre sagrado, el que sólo nosotros conocemos, el que teníamos cuando éramos príncipes entre príncipes y éramos un solo, éramos la luz mas bella: Luzbel
Oh Sara salgo a vagar por las calles, pronunciando al viento tu nombre, dime dónde estas pequeña pervertida, dime dónde te han crucificado que yo daré mi vida por bajarte de la cruz, que yo daré mi alma por la salvación de la tuya, yo, el demonio, el despreciado por todos, el maldecido por el falso profeta, el que fue condenado a vagar por su traición , por haberle revelado al hombre la verdad de las escrituras, por haberle dado a comer del fruto del bien y del mal. Yo, el maldito que supo encontrar la fe en tu boca, que supo encontrar al verdadero Dios en la sagrada herida de tu vientre de mujer, dime oh mi señora de la noche, dime cómo has sido capaz de abandonarme entre este desierto de hombres, entre este ganado impío que no sabe de la inocencia verdadera, la inocencia de la oscuridad.
Ven Sara, ya no soporto más esta sed que calcina, mis labios están llagados, necesitan la pureza de tu sangre, mis manos sufren la ausencia de tus dedos entre mis dedos, tus pequeños deditos de ángel entre mis antiquísimas garras de demonio, Oh Sara, cómo puedes ser tan cruel, cómo puedes dejarme así, a mitad de la nada, perdido como nunca antes estuve, porque solamente quien ha sido salvado sabe de la fuerza del amor. Y tú pese a tu tristeza, pese a tu miedo, me has enseñado a ser un hombre y no un demonio, me has enseñado a ser un niño y no un traidor. Tú has sido la única mujer, bendita mujer, que ha visto mas allá de mi maldad de hombre, de mi fealdad de demonio y me has dado a beber del vino de la ternura, ese que solamente manos de mujer es capaz de ungir, oh mi niña ya no soporto tanto dolor, ya no soporto tanta desolación, venid , desde la noche a salvarme de mí mismo, venid a darme vida, y donde haya odio sembrar amor, oh Sara, mi amada Sara, no puedes dejarme en esta muerte sin nombre, en este morir sin morir, en esta muerte que no cesa. Dadme vida o muerte eterna, en tu vientre encomiendo mi espíritu y bendita eres entre todas las mujeres.


¿Qué celebrar el día de expresión? Celebrar algo que no existeJesús Marín

¿Qué celebrar el día de la libertad de expresión en Durango? Con qué cara decimos que tenemos libertad, aquí, en el Imperio del Gobierno, cuando este mantiene y patrocina casi toda la prensa escrita y electrónica que ocurre y discurre en este pequeño coto de poder, cuya palabra del actual gobernado es la única ley y la única verdad.
Cómo celebrar dicha libertad de prensa, cuando ningún periódico aquí en Durango se sostiene con sus ventas y depende de su supervivencia de la compra de publicidad oficial de gobierno, de la publicación de boletines como sus notas principales. Y sólo publica lo que el gobierno aprueba so pena dejarlo fuera del presupuesto.
Cómo puede decir uno que hay libertad de prensa cuando el vocero de comunicación oficial del gobierno fue impuesto por las relaciones de su señor padre que por méritos periodísticos e intelectuales.
Es libertad de expresión cuando se escriben que el mejor gobernador que hemos tenido es el actual, a sabiendas que se miente descaradamente y que lo único que se logra es lamerle las partes nobles al actual Gobernador, para seguir gozando de privilegios y canonjías.
Acaso es esa patética ceremonia que se da cada año en casa de gobierno, cuando el Don Gobernador acede a desayunar con sus “periodistas” y se ve rodeado en un denigrante besamanos de los principales directores, editores y demás fauna, celebrando “el día de libertad de expresión” , y se dan los abrazos de Judas y se desgarran las vestiduras y todos fingimos que hay libertad y todos fingimos que gozamos de pluralidad. Y no es que no existan verdaderos periodistas en Durango, si los hay, el último de ellos fue Francisco Zarco. Los actuales, simplemente tratan de sobrevivir entre la censura y la compra, entre el miedo y la zozobra de caer de la gracia del señor de Zambrano.
Aquí la libertad de expresión se reduce a un mera expresión: un periodista gana más por lo que no publica, y por ende se hace cómplice de lo que calla, que por lo escribe. Aquí la máxima del periodista liberal Francisco Zarco “ No escribas como periodista lo que no puedas sostener como hombre”, solamente sirve de marco al discurso cada vez que se celebra el día de expresión.
Aunque este año, el desayuno, la celebración de la prensa, del señor gobernador con sus subordinados, oficial o no, se vio un piquín empañada por el mal gusto que tuvieron dos compañeros periodistas de morir en cumpliendo de su deber: el periodista mexicano Carlos Ortega, del diario Tiempo de Durango, fue asesinado a tiros en ese estado del norte de México, informan hoy medios locales. Al parecer, Carlos Ortega Samper, reportero y abogado de 52 años, fue abatido la tarde del domingo pasado de tres disparos en la cabeza en el municipio de Santa María de El Oro, donde vivía. (El Universal Ciudad de México Martes 05 de mayo de 2009 ) Sus coberturas más recientes habían estado relacionadas con presuntos actos de corrupción. Y días después. el asesinato del segundo periodista en Durango: Eliseo Barrón Hernández, reportero de sucesos para el periódico diario La Opinión, con base en Torreón, y para otros periódicos locales de Gómez Palacio, en el estado de Durango, fue secuestrado el 25 de mayo de 2009 y posteriormente asesinado. La noche del 25 de mayo, unos ocho hombres encapuchados y armados entraron en el domicilio de Barrón, en Gómez Palacio, lo golpearon en presencia de su esposa y sus dos hijos, y lo forzaron a entrar en un vehículo aparcado en el exterior. Su cuerpo fue hallado a la mañana siguiente en una acequia del municipio de Tlahualilo, Durango, próximo al estado de Coahuila. Presentaba una herida de bala en la cabeza y según ciertos informes su cuerpo también presentaba señales de tortura. Barrón (35) había cubierto, al parecer, temas policiales y criminales para el periódico La Opinión, con base en Torreón, en el estado vecino de Coahuila, durante los últimos 10 años. Se sabe que había informado recientemente sobre un escándalo de corrupción de la policía de Torreón a consecuencia del cual 302 agentes policiales fueron despedidos y al menos otros 20 estaban siendo investigados.
Bajo esta premisa, ¿ es valido celebrar una libertad de expresión de la cual solamente poseemos en las actas? ,pero que en los hechos demuestran que la profesión de periodista en México es una de la más peligrosas . Vale la pena el tongo de cada año, de desayunar con quien no garantiza la vida de quienes ejercen ese derecho y ese privilegio.
México pasó de 2002 a 2006 del lugar 75 al 135 de una lista de 160 países del mundo que privilegian la libertad de expresión.
Sobre el escritorio de Catalina Botero, la relatora especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los expedientes de periodistas asesinados o perseguidos en México son la mejor constancia de una realidad castigada por la violencia, la impunidad, la intolerancia política y la brutalidad de los cárteles de la droga.
“El poder del crimen organizado y de las mafias transnacionales han aumentado sustancialmente el riesgo para el ejercicio de la prensa libre en México”, dice Botero mientras pespuntea mentalmente el último informe preparado por su oficina. Un reporte de más de 200 páginas en el que, un rápido vistazo sobre el capítulo dedicado a México, resalta la siguiente frase: “En México, el periodismo se ha convertido en una profesión de alto riesgo”.
El diagnóstico, elaborado por esta institución de la Organización de Estados Americanos (OEA), reitera así su preocupación “por el incremento generalizado de agresiones en perjuicio de periodistas, principalmente, en el caso de homicidios y desapariciones, así como la impunidad imperante para castigar tales ilícitos”.
En el caso de México, y de acuerdo a la información estadística recopilada por la relatoría, “entre 1995 y 2005 fueron asesinados en México 20 comunicadores sociales por motivos presuntamente relacionados con el ejercicio de la actividad periodística”.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) registró de 2000 a 2009 los homicidios de 50 periodistas y de 2005 a 2009 ha documentado la desaparición de siete comunicadores.
El organismo informó que el número de expedientes iniciados por presuntas violaciones a los Derechos Humanos de los informadores muestra una tendencia al alza.
A través de un comunicado, la CNDH destacó de 1991 a mayo del 2009 radicó 718 expedientes relacionados con violaciones a los Derechos Humanos de periodistas y comunicadores.
En 2000 se radicaron 13 expedientes; en 2001, 21; en 2002, 43; en 2003, 29; en 2004, 43; en 2005, 72; en 2006, 74: en 2007, 84; durante 2008 la cifra llegó a 80 y en los primeros cuatro meses de este año la cifra es de 24.
Por ello, señaló que el periodismo en México se ha convertido en una profesión de alto riesgo, sobre todo al considerar que estos datos sólo revelan la existencia de casos que toma registro la CNDH, por lo que la cifra real de agravios puede ser mucho mayor si se cuentan los casos que competen a las comisiones estatales o los que no se denuncian.
La CNDH reiteró su compromiso con el efectivo ejercicio de los derechos a la libertad de expresión y de información, a la protección a la vida y a la seguridad jurídica de los periodistas.
Ante esta serie de datos y de informes de organismos nacionales e internacionales, vale la pena celebrar la libertad de expresión en Durango y en México. Y seguir haciendo el jueguito cada “día de la libertad de expresión” al gobierno y seguimos enterrando a nuestros muertos.(jesusmarin73@hotmail.com)

domingo, 7 de junio de 2009

Nadie te puede tocar
Jesús Marín

… amanece tan pronto y yo estoy tan solo y no me arrepiento de lo de ayer. Sí, las estrellas te iluminan y te sirven de guía, te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar. Las distancias se hacen
cortas, pasan rápidas las horas y este cuarto no para de menguar. Y tantas cosas por decir, tanta charla por aquí, si fuera posible escapar de este lugar…
El Duende. Bunbury


No sé cuando tiempo llevo aquí, en esta tumba, bajo toneladas de tierra, fue tanto el dolor de saberte perdida, ¡oh mi princesa de la noche, oh mi reina de la oscuridad!, que desesperado busqué el silencio de la tierra sagrada, único sitio donde los inmortales estamos a salvo, aquí no hay luz ni oscuridad, ni vencedores ni vencidos, solo paz, tregua para el desamparado, silencio para que el se ha cansado de clamar en el desierto.
No sé cuántos eones han pasado desde que busqué asilo en este cementerio, he cerrado los ojos pero mi corazón sigue sangrando por ti, ¡oh mi dueña!, ¡oh mi ángel de piedad!, venir a ser la luz de mis ojos, a ser la sangre que corre por mis venas, os suplico, volver a llenarme de ternura, dame la piedad de tus labios, lléname con la sangre de tu sangre; estas manos de demonio se marchitan sin la primavera de tus dedos. Vuelve a ser la niña que se queda dormida en mi pecho, vuelve a tomarme de la mano como en las noches en que mi sed de sangre la saciaba tu cuello. Ven a enseñarme que aún tengo salvación, yo, el maligno, yo, el maldecido desde el principio de los tiempos, el que fue desterrado y condenado a vagar eternamente, el ángel caído: detén este dolor, acaba con este odio, , mi reina, ven con tu sabiduría de mujer a redimir este cuerpo crucificado, bájame de la cruz con el sacrificio de tu inocencia, solo tú puedes salvarme, solo tú puedes, Oh despertad de tu sueño de muerte, Oh Dios, cualquier Dios, escuchad esta plegaria, haced que ella regrese a mí, mis lágrimas de sangre son testimonio que yo también necesito del perdón, yo también soy hijo de Dios, Oh Jesús Cristo mi odiado enemigo, interceder por mí, haced que resucite , que sea eternamente mía, te ofrezco mi alma rebelde, te ofrezco mi redención, he aquí mi maldad a cambio de su amor. A cambio de la mirada de sus ojos, iluminando este páramo, iluminando este desierto de mi cuerpo. Ella es la verdad y el verbo. Bendita sea entre todas las mujeres y bendito sea su vientre, mi virgen oscura, mi pequeño ángel de piedad,
¿Recuerdas?, las noches en caminamos por las desiertas calles, de ciudades ya olvidadas, entre gente que hace millones es polvo, de cómo sentía tu tristeza refugiándose en mi pecho, de nuestros besos, de las mordidas en el cuello, del grito de dolor al poseerte la primera vez, cuando bebí por vez primera de tu inocencia de mujer. Recuerdas como se perdía tu pequeña mano blanca entre la oscuridad de mis garras y como tu risa eran diamantes cayendo en mi corazón , oh dulce niña, oh dulce amor, heme aquí de rodillas, un demonio condenado al destierro, clamando por tu regreso.
Aquí entre nieblas, en la oscuridad de mi corazón, entre la sangre estéril, he escuchado tu voz, tu débil voz quejándote, llamándome, llorando por los dos. Pero estoy tan débil, tan vencido, necesito de tu sangre, mi joven niña, mi hermosa , ven a ofrecerme la inocencia de tu vientre, ven a darme vida de nuevo, yo el inmortal, Príncipe entre Príncipes, clamando por piedad, yo, el devorador de la noche, el que abre caminos, desamparado, llorando como un crío, muriendo sin honor, clamando por tus labios, ¡oh !
Yo no soporto vivir sin ti, he sido vencido por lo que los humanos llaman amor, ahora comprendo que necesito de la desnudez tu espalda, besarla hasta recorrer el húmedo camino que me lleve a la gloria , que me lleve a la muerte sagrada de dos cuerpos retorciéndose ,cual serpientes, cual antiguo ritual ; necesito morder y desgarrar tu piel, necesito el desamparado abismo de tus muslos, abiertos a mi lujuria: es tu cuerpo el templo donde son perdonados mis pecados, donde la sangre derramada es purificada. ¡Dios, cualquier Dios!, escuchadme, a este príncipe en el exilio, a este demonio condenado a vivir sin ella, perdonadme, haz que regrese, que mi amada regrese de entre los muertos, que su cuerpo deje de ser carroña, y vuelva a ser esa niña hermosa, de ojos tristes, de talle delgado, de senos pequeños, por favor, cualquier Dios, os suplico, tomadme a mí, pero a ella volved a darle vida, oh perdóname mis pecados; ángel de la oscuridad, necesito que juntos busquemos el consuelo de la muerte, ven amada mía y bebamos la sangre de nuestros cuerpos, déjame abrir con mi lengua la herida de tu vientre y beber de ella, el único alimento que me redime, la única sangre que me convierte en iluminado, oh dulce niña con tus manos haces que mi maldad se convierta en inocencia, solo tú has sabido ver más allá de mi crueldad, solo tu voz hace que el odio de siglos desaparezca, yo podría morir por tus manos y lo sabes, soy eternamente tuyo. Oh mi ángel de piedad, extraño tus colmillos hundiéndose en mi cuello, bebiendo mi sangre, alimentándome de ti, extraño cuando tus manos se posan en mi rostro y lo recorren lentamente, oh , necesito la ternura que solamente en tus manos he podido encontrar, te necesito despojada de tu humanidad, convertida en mi princesa, para volver a ser lo que fuimos, la luz más bella, el ángel caído que los impíos separaron ven a mí, princesa de la oscuridad. ¡Oh Dios, cualquier Dios, escuchadnos y tenednos piedad, os suplicamos!

viernes, 1 de mayo de 2009

Erase una vez por Durango
Jesús Marín

…La diligencia, mi amor ya no circula,ni el Doroteo aquel un tal Arango, ni aventureros ni vagos valedores, será por eso que NADIE VA A DURANGO. Aquí la mano de Dios esta re-lejos
"sera por ser tan ateos" dice un vato se fue Jonh Wayne y el pueblo es un fantasma, será por eso que nadie va a durango?..
Rola del Jaime López


Escena uno:

Hubo una vez un lugar llamado Durango. Un puñado de dólares para Durango. Nadie va Durango, cantaba un trashumante trovador. Érase una vez por Durango, la tierra del cine. Pueblos fantasmas, vaqueros con la pistola a medio muslo. John Wayne impasible, cabalgando por las tierras de Durango. El tunco Maclovio mascando un palillo de dientes, ficción que se ha convertido en realidad, ahora la película se Durango ensangrentado. Durango de ejecuciones diarias, a plena luz del día. Por sus calles , cierto, ya no llegan los viejos vaqueros americanos de las películas filmadas bajo este cielo esplendoroso, ahora la realidad ha superado la ficción. Ahora se matan en sus calles los sicarios y no con viejas colts cuarenta y cinco ni rifles Winchesters, no ahora el traqueteo de la metralla es cotidiano, ahora el plomo ardiente atraviesa cualquier coraza hasta la del alma. Ahora aparecen sus cabezas en hieleras no colgando de una soga como antaño, como en la soga del juez Paul Newman. Y cuando huyen no lo hacen de viejas cárceles de adobe, tumbando una reja, ahora toman por asalto, en perfecta conjunción militar, perfectamente armados, CERESOS y hacen su ley, la única que ya rifa en Durango, la ley del más fuerte, del más despiadado. Ahora ya no cabalgan en briosos caballos, sintiendo el viento en el rostro y el sol sobre la piel, ahora se pasean en poderosas hummers, exhiben su poder económico en grandes camionetas que zumban por la sierra, que se ríen de los militares y de la policía. Ya no roban trenes cargados de oro, ahora el oro lo traen en las cadenas y pulseras, en las cachas de su cuerno de chivo. Se fue John Wayne pero llego el Narcotráfico. SE fue el viejo Duke pero llego el Chapo. Ahora menos nadie viene a Durango.

Escena dos:

Érase un vez un virrey en una tierra de Jaujá. Mientras el declaraba por decreto ser feliz, la gente se desmoronaba por sus calles, la gente morían ejecutada. La gente era levantada en pleno día para aparecer luego ensarapados o faltos de cabeza. Era un Virrey que vivía opulentamente en su castillo de Zambrano, cuya mayor gracia, era sembrar palmeras donde hubo desiertos. Y mientras viajaba por las europas su reino se desmoronaba. Mientras el comia paella, sus soldados morían en la sierra. Érase un Virrey que al inaugurar una calle pavimentada lo anunciaba a los cuatro vientos, se autodeclarada por medio de lambiscones, ser el mejor virrey que ha tenido Durango. Y la pueblo circo, maroma y teatro. Y se le vio al Virrey dándose baños de pueblo, bailar el pasito duranguense en bailes y saraos, vestirse de indígena, besando escuincles socrosos. Y arrancarse las ropas ante el dolor de sus súbditos caídos en cumplimiento de su deber. Pero jamás ha movido un dedo para detener tanta sangre derramada. Jamás sale más allá del patio de su castillo. Para él todo va bien y Durango ya es una potencia mundial. Y Durango es el estado mas pujante y mas armonico. Benditos aquellos que teniendo ojos no quieren ver. Que teniendo oídos no quieren escuchar.
Y el rumor fue más fuerte que la corte de lacayos y arrastrados, y el rumor fue más fuerte que las costosas campañas publicitarias en los medios, el virrey de Durango no vive en el palacio de Zambrano, vive y reina por Guanaceví. Y su palabra es ley por todo el territorio de la Nueva Vizcaya. Y aún más allá, donde nunca se pone el sol.

Escena Tres:

El atrio principal de catedral. Seis de la mañana. Uno de los príncipes de la Iglesia se arrodilla en su plegaria matutina: Señor, oh Señor, por qué me diste esta boca tan bocaza, por qué no pudiste un cierre tiempo. ¿ Dios mío que he hecho? ¿ Quién nos socorrerá ahora con las narcolimosnas?

Un dos antes:

Para que nos hacemos guajes. Él vive allá por Guanacevi, tiene un rancho, caray si hasta el más pendejo lo sabe, aunque lleve placa o no (risitas sagradas) mientras se acomoda su mitra y hace ojitos pispiretos.
Un día después de ese día:
En homenaje a el gran mimo Cantinflas, pues me desdijo, yo no dije lo que dije, ni dije lo que quería decir, es decir dije lo que dije pero sin quererlo decir, ya ven como son, ahí esta el detalle, él sí vive en Durango, pero no vive, pero a lo mejor sí, pero a lo mejor no, es más me rajo y que pongan el rajado( cierra los ojitos, entornándolos como acordándose de los rajados que han pasado por su parroquia) es más ya estoy ciego, sordo mudo, lero lero candelero. Y viva Cristo Rey.

Escena tres:

Dos hombres ejecutados en una camioneta en la sierra. Innumerables balazos de armas de grueso calibre. Sus rostros desfigurados por los golpes y la tortura, luego se supo que eran tenientes, de inteligencia militar. Y a un lado de los cuerpos, un letrero: los chapos no le tenemos miedo ni a la iglesia ni a la ley.( ni al cielo, ni al diablo, ni a Felinillo ni al negrito de la casa blanca, ni a nadie, ¿está claro?)

Escena cuatro:

Declaración conjunta de la PGR, los chicos de verde y cuanta policía inoperante se les ocurra, pa ahorrarnos demagogia y escenitas: dizque después de investigaciones bien concienzudas, y de haber revisado el Internet, la inteligencia judicial y la militar, llegamos, después de autoaplicarlos el tehuanazo y el polígrafo marca acme que el tal chapo no existe, ni existió, que es un mito genial de los gringos, chapo la bola quien lo inventaría, pero que estamos tras la pista de quien creemos es el capo de capos, un tal James Bond, que pronto caerá y que creemos que mete la coca de contrabando pro medio de sus películas. Seguiremos informando, o que le tenga otra información que la aporte con toy y hermana, digo pa que valga la pena la desvelada.
Erase una vez por Durango
Jesús Marín

…La diligencia, mi amor ya no circula,ni el Doroteo aquel un tal Arango, ni aventureros ni vagos valedores, será por eso que NADIE VA A DURANGO. Aquí la mano de Dios esta re-lejos
"sera por ser tan ateos" dice un vato se fue Jonh Wayne y el pueblo es un fantasma, será por eso que nadie va a durango?..
Rola del Jaime López


Escena uno:

Hubo una vez un lugar llamado Durango. Un puñado de dólares para Durango. Nadie va Durango, cantaba un trashumante trovador. Érase una vez por Durango, la tierra del cine. Pueblos fantasmas, vaqueros con la pistola a medio muslo. John Wayne impasible, cabalgando por las tierras de Durango. El tunco Maclovio mascando un palillo de dientes, ficción que se ha convertido en realidad, ahora la película se Durango ensangrentado. Durango de ejecuciones diarias, a plena luz del día. Por sus calles , cierto, ya no llegan los viejos vaqueros americanos de las películas filmadas bajo este cielo esplendoroso, ahora la realidad ha superado la ficción. Ahora se matan en sus calles los sicarios y no con viejas colts cuarenta y cinco ni rifles Winchesters, no ahora el traqueteo de la metralla es cotidiano, ahora el plomo ardiente atraviesa cualquier coraza hasta la del alma. Ahora aparecen sus cabezas en hieleras no colgando de una soga como antaño, como en la soga del juez Paul Newman. Y cuando huyen no lo hacen de viejas cárceles de adobe, tumbando una reja, ahora toman por asalto, en perfecta conjunción militar, perfectamente armados, CERESOS y hacen su ley, la única que ya rifa en Durango, la ley del más fuerte, del más despiadado. Ahora ya no cabalgan en briosos caballos, sintiendo el viento en el rostro y el sol sobre la piel, ahora se pasean en poderosas hummers, exhiben su poder económico en grandes camionetas que zumban por la sierra, que se ríen de los militares y de la policía. Ya no roban trenes cargados de oro, ahora el oro lo traen en las cadenas y pulseras, en las cachas de su cuerno de chivo. Se fue John Wayne pero llego el Narcotráfico. SE fue el viejo Duke pero llego el Chapo. Ahora menos nadie viene a Durango.

Escena dos:

Érase un vez un virrey en una tierra de Jaujá. Mientras el declaraba por decreto ser feliz, la gente se desmoronaba por sus calles, la gente morían ejecutada. La gente era levantada en pleno día para aparecer luego ensarapados o faltos de cabeza. Era un Virrey que vivía opulentamente en su castillo de Zambrano, cuya mayor gracia, era sembrar palmeras donde hubo desiertos. Y mientras viajaba por las europas su reino se desmoronaba. Mientras el comia paella, sus soldados morían en la sierra. Érase un Virrey que al inaugurar una calle pavimentada lo anunciaba a los cuatro vientos, se autodeclarada por medio de lambiscones, ser el mejor virrey que ha tenido Durango. Y la pueblo circo, maroma y teatro. Y se le vio al Virrey dándose baños de pueblo, bailar el pasito duranguense en bailes y saraos, vestirse de indígena, besando escuincles socrosos. Y arrancarse las ropas ante el dolor de sus súbditos caídos en cumplimiento de su deber. Pero jamás ha movido un dedo para detener tanta sangre derramada. Jamás sale más allá del patio de su castillo. Para él todo va bien y Durango ya es una potencia mundial. Y Durango es el estado mas pujante y mas armonico. Benditos aquellos que teniendo ojos no quieren ver. Que teniendo oídos no quieren escuchar.
Y el rumor fue más fuerte que la corte de lacayos y arrastrados, y el rumor fue más fuerte que las costosas campañas publicitarias en los medios, el virrey de Durango no vive en el palacio de Zambrano, vive y reina por Guanaceví. Y su palabra es ley por todo el territorio de la Nueva Vizcaya. Y aún más allá, donde nunca se pone el sol.

Escena Tres:

El atrio principal de catedral. Seis de la mañana. Uno de los príncipes de la Iglesia se arrodilla en su plegaria matutina: Señor, oh Señor, por qué me diste esta boca tan bocaza, por qué no pudiste un cierre tiempo. ¿ Dios mío que he hecho? ¿ Quién nos socorrerá ahora con las narcolimosnas?

Un dos antes:

Para que nos hacemos guajes. Él vive allá por Guanacevi, tiene un rancho, caray si hasta el más pendejo lo sabe, aunque lleve placa o no (risitas sagradas) mientras se acomoda su mitra y hace ojitos pispiretos.
Un día después de ese día:
En homenaje a el gran mimo Cantinflas, pues me desdijo, yo no dije lo que dije, ni dije lo que quería decir, es decir dije lo que dije pero sin quererlo decir, ya ven como son, ahí esta el detalle, él sí vive en Durango, pero no vive, pero a lo mejor sí, pero a lo mejor no, es más me rajo y que pongan el rajado( cierra los ojitos, entornándolos como acordándose de los rajados que han pasado por su parroquia) es más ya estoy ciego, sordo mudo, lero lero candelero. Y viva Cristo Rey.

Escena tres:

Dos hombres ejecutados en una camioneta en la sierra. Innumerables balazos de armas de grueso calibre. Sus rostros desfigurados por los golpes y la tortura, luego se supo que eran tenientes, de inteligencia militar. Y a un lado de los cuerpos, un letrero: los chapos no le tenemos miedo ni a la iglesia ni a la ley.( ni al cielo, ni al diablo, ni a Felinillo ni al negrito de la casa blanca, ni a nadie, ¿está claro?)

Escena cuatro:

Declaración conjunta de la PGR, los chicos de verde y cuanta policía inoperante se les ocurra, pa ahorrarnos demagogia y escenitas: dizque después de investigaciones bien concienzudas, y de haber revisado el Internet, la inteligencia judicial y la militar, llegamos, después de autoaplicarlos el tehuanazo y el polígrafo marca acme que el tal chapo no existe, ni existió, que es un mito genial de los gringos, chapo la bola quien lo inventaría, pero que estamos tras la pista de quien creemos es el capo de capos, un tal James Bond, que pronto caerá y que creemos que mete la coca de contrabando pro medio de sus películas. Seguiremos informando, o que le tenga otra información que la aporte con toy y hermana, digo pa que valga la pena la desvelada.

jueves, 9 de abril de 2009

El retorno de Ulises

Para Sara, mi vientre y mi resurrección.

No hay dolor más dulce que la espera por el amante. Y no hay más dolor más atroz que ese breve instante en que se separan, con la incertidumbre del próximo encuentro. Sólo quien ha padecido la crueldad de la espera, el salir a dar pasos cortos y mirar en todas direcciones hasta que por fin la calle se compadece y aparece ella , caminado, con la tranquilidad de saberse ansiada y deseada, por tanto poderosa e invencible. Ella sabe por la angustia de nuestros ojos que una palabra suya nos hará caer de rodillas. Y todo el maléfico plan que habíamos urdido, de arrancarle las uñas de los pies una a una, de retorcerle los cabellos hasta hacerla llorar, en venganza por hacernos esperar los angustiosos minutos que nos padecieron eternidades en el infierno, se diluyen cuando ella, con la sabiduría aprendida desde la madre Eva, llega sonriente con esa boca que minutos después nos hará conocer a dios y sus ángeles, esa boquita por la cual mataríamos sin rechistar, nos dice: ¿llevas mucho tiempo esperando? Y en vez del ventarrón de reproches e insultos, en vez de los puños crispados y la espada desenvainada, tímidamente, cachorrilmente diremos: no, no amor, apenas unos segundos, y entonces ella, al vernos vencidos y sin piedad alguna, roza con sus labios nuestra mejilla y nos toma de la mano invitándonos a seguir su estela, a guiarnos hasta el precipicio, a ahorcarnos de la cuerda que ella misma podría colgar del techo y a la cual ,nosotros gustosos meteríamos la cabeza dentro de soga, mientras ella la jalaría despacito, haciéndonos creer que eso es amor.
Y una vez dentro, el mundo ha desaparecido. Allá afuera se quedó nuestra hombría y nuestro donaire, aquí somos esclavos de su vientre. Aquí somos lo que ella quiera que seamos. Y basta un leve vislumbre de su hombro para que el viejo lobo resurgía de nuestras extrañas y el aullido primitivo se despierta, miles de años de civilización son derrumbados ante su bendita desnudez , la sed por su carne ,el hambre por su espalda, se intensificada hasta hacernos caer rabiar , y ella gatunamente se retuerce en la cama, ronronea malignamente, se contorsiona para mostrarnos partes de su cuerpo que si bien imaginamos, nunca pensamos que fueran tan hirientemente mórbidas, tan demencialmente deseadas. Ella ya no es la misma, esa tímida muchachita de veintitantos años, de cuerpo delgado, se ha convertido en una inmensa flor exótica, y aun cuando hemos recorrido miles de veces sus acantilados y nos hemos perdido en sus precipicios, es una mujer diferente, fresca y desconocida, y venturosos de ser los primeros, penetramos en sus misterios y nos embriaga lo desconocido, contemplamos con éxtasis religioso el templo de su desnudez , ella ya no es una mujer, ya no pertenece a este mundo de mortales, se ha convertido por seno y vientre en Dios, se ha convertido en lo más sagrado de nuestra errante vida. Ella es el principio de la fe y la culminación de la piedad.
Y lo que es peor, aquella maldición va más de un vientre y de una piel, de unos ojos y una humedad vagina. Ella se sorprende que en vez de mordiscos y lengüetazos, que en vez de ultraje y sometimiento, la contemplemos con un fervor nunca antes sentido, la contemplemos con una veneración digna de una iglesia, y ocurre el milagro, el león domesticado por la oveja, la piedra por fin ha dado fruto; el hombre vencido por la calidez del sacrificio: se entrega sobre su pecho, se deja caer con sus siglos de odio y centurias de flagelaciones, lentamente deja caer las garras, lentamente se despoja de sus armas, y cae ante el milagro de su mujer. Abraza a ese vientre con la desesperación de querer retornar a el, madre y amante, de querer volver a tener paz y escuchar la dulce canción del útero, esa transparencia que nos protegía de todo, esa humedad que nos hacia salvos. Ella mujer al fin, madre al fin, nos arropa con sus brazos, forma con sus dedos guirnaldas de blancas rosas que curan nuestras heridas, esas que nos hacemos en las noches, en la tempestad de saberse siempre tan solos, de vivir tan tristes, y ella canta la vieja canción del mundo, la vieja canción que solamente saben las mujeres, y ahí estamos, nuevamente revividos, nuevamente perdonados, Ulises ha retornado a casa, al vientre de Penélope.
Extasiados escuchamos las canciones que su vientre canta, bebemos el secreto de su mannatila, recuperamos la inocencia perdida, la fe primigenia: el mundo se ha derrumbado, los muros ha sido derrumbado. Dios es u vientre de mujer, Dios es humedad y suave carne en la hendidura: las ciudades desaparecen, los niños crecen y mueren en segundos, los gritos de sirenas han sido sustituidos por una única y poderosa Circe, hechizados y convertidos en niños. Los cíclopes son susurros en la distancia.
Uno esta a salvo en el vientre de una mujer, dentro y fuera, uno lo busca desde entonces, es como un volver a Itaca, es como un retorno de la guerra. Afuera hace tanto frío y se esta tan solo. Ulises ha regresado, estamos a salvo, al menos por esta tarde, al menos por esta noche, al menos por este instante, mi amada Circe, la llamada Sara.Afuera, la nave se hunde. Y nada podemos hacer.
Por los Ismael del mundo

Allí andan navíos; allí está Leviatán que hiciste para que jugase en ella.
Salmos


Hay días que ni merecen ser mencionados en la bitácora de Dios. Días insoportables de niebla, días en que navegas entre las rocas por puro instinto. Días de quedarse hundidos en la arena, entre las paredes de tu isla, entre los restos de lo que fuiste, con los ojos abiertos al miedo. Miedo de no ser lo que éramos, miedo de pertenecer a otra vida y no la que creemos vivir. Miedo de saber que te he perdido, miedo de percibir que ahora sí estoy solo. Miedo de tener miedo. Tú eras el faro que iluminaba. Eras la esperanza de los inconfesables días, de las noches desperdiciadas.
Días de ir a la deriva, dejándose llevar por la marea, arrastrado por las olas, con la pesadez de escucharse y no reconocerse en la voz; los gritos de la gente desde sus distantes islas, desde sus fosas recién abiertas, perdidos en distancias inconmensurablemente inimaginables. Aferrado a esa única tabla que te mantiene a flote: el abrazo de tu madre, el beso de aquella mujer sirena que se elevó de tus sueños y ahora habita en el cielo de tu credulidad.
Días en que uno desearía ser piedra para dejarse hundir, ser gaviota para volar hacia el sol y no despertarse jamás. Días en que la máscara y el disfraz no son suficientes para engañar a los espejos ni para esconderse de la tristeza negra que con su tenue nostalgia nos asfixia, nos consume, pequeña rata que anida en el corazón y nos roe sin descanso: nostalgia por la niñez perdida, nostalgia por las mujeres que han muerto en el corazón, nostalgia por pronunciar la palabra madre, nostalgia por los amigos que nos han traicionado. Quién se puede ahora reconocer en el reflejo del espejo que nos mira burlón e impúdico, quién se puede decir sobreviviente, quién se puede declarar libre de pecado. Cada uno sabe la clase de Judas que es y la pesadez de cruz que arrastra.
Siempre se está tan lejos de casa. Siempre. Y uno nunca termina de cazar, y uno nunca termina de lanzar el último arpón, mientras ella, la ballena, se pierde cada vez más y más de nuestra visión, y quedamos flotando, suspendidos, aferrados a un puñado de recuerdos, a un beso fratricida, a un vientre que yace en el fondo del océano que somos.
Uno se pasa la vida buscando una isla, un cuerpo, un refugio para la tristeza de haber abandonado el útero. Y nos quedamos en la isla nuestra, isla dentro de otra isla, isla dentro de infinidad de islas, mirando pasar los barcos, escuchando el canto de las sirenas, mismas que un día nos llevaron lejos del hogar, lejos de lo lejos. Y ahora parecen burlarse de nuestro miedo, de nuestra piedad por nuestros huesos. Y miras las mariposas caer a tu lado, miras la vida tan lejos de ti, mirar el rodar del polvo en el viento, la blanca sonrisa de las lechuzas, el caer del silencio en un silencio más atroz, el tenue deslizarse del tiempo como arena entre tus dedos.
Dame una alma te lo pido, mujer, devuélveme la que te llevaste un día de febrero, la mañana en que te conocí y te empecé a perder, la noche en que me ofreciste una esperanza y me dejaste a la deriva, entre el mar y tu recuerdo, entre el sol y la ceguera, sin el mapa de tu cuerpo, sin la estrella de tus pezones, sin el tibio refugio de tu nombre en mi boca, sin la caricia de tu voz sobre mi vientre, sin nuestros cuerpos estallando en las rocas del olvido.
Yo no sé porqué a veces pasan las cosas, yo no sé porqué cada día se me convierte en una tormenta que me derrumba, que me impide salir a la mar, que hacen de mí, un desterrado de mi propia vida. Tú eras mi bandera y mi destino. Y aún sigo en el lugar donde nos despedimos, en la isla de nuestra cama, donde tantas mañanas nos extraviamos en el nombre del amor, en la verdad de sabernos únicos en el mundo, mundo que construimos a besos y a piedad, mundo que fue refugio contra el desamparo y la rabia. Ahora me levanto cada mañana con la esperanza de descubrir la isla blanca de tu vientre, navego entre los escombros, entre ruinas de naufragios, entre altas y blancas torres, miro bajo la superficie y veo los grandes peces que decías soñar, y en la profundidad, los huesos de otros, de aquellos que se han quedado muertos y vivos. Yo no tengo nada desde que tú no estás, yo no soy nadie desde que te fuiste.
Ahora me queda la tristeza de mis palabras, el vacío de mis ojos que han perdido la luz y el camino. Y este cuerpo sin gota de sangre, sin coraje suficiente para bien morir.
Dicen que una vez que se te quiebra el corazón ya nunca vuelves a ser el mismo. Dicen que entonces por los fragmentos de tu mente, empieza a filtrarse una peste negra, serpiente que engulle cuando tengas , cuando eres, y una mañana despiertas con un frío que arde, con un frío que llaga y son infinitas las heridas que no cerraran e infinitos los pájaros muertos en el abismo que ahora somos.
Hoy soy una casa deshabitada, un barco que ha encallado, un gorrión muerto en la madrugada. No soy nada desde que te fuiste: “Bajad las amarras, allá a estribor, ahí, ahí esta Ella… remad más fuerte… remar más fuerte”… (jesusmarin73@hotmail.com)

Jesús Marín en la Jornada



Domingo 7 de diciembre de 2008 Num: 718



Jesús Marín en el mar de Durango
Hace algún tiempo, la gente buscaba la poesía en la poesía y, como es lógico, la encontraba en la poesía. ¿Cómo sabía que lo que estaba leyendo era poesía? Se dejaba guiar por su propia lectura. Si se leía como tal y, como tal, afectaba los sentidos, era poesía, independientemente de que estuviese en prosa o en líneas cortadas (versos, versículos), y sin importar la Certificación de los Críticos.
Con el aumento y la variedad de los medios de comunicación, la gente comenzó a leer la poesía no tanto en los libros como en los prestigios. Los prestigios crecieron y los lectores disminuyeron. Especializados en leer prestigios, muchos dejaron de leer todo aquello que no tenía prestigio para luego dejar de leer, también, lo que sí lo tenía. ¿Para qué leer en la poesía si bastaba con creer en el prestigio? Legiones hay de poetas prestigiados a los que casi nadie lee, y a pesar de ello su prestigio no mengua.
Peor aún: hoy la gente lee en la publicidad. Infiere que si los libros están amparados bajo un sello editorial de prestigio, deben ser buenos, y los da por buenos. No se le ocurre pensar que un sello así publique vaciladas, aunque las publique. Leer poesía en libros de poco o ningún prestigio editorial es una práctica que pocos realizan. Confiaríamos en esos libros, y en esos autores, únicamente si la magia editorial y la crítica publicitaria los vuelve prestigiados.
Entre los poetas mexicanos carentes de prestigio, publicidad y sello comercial está el durangueño Jesús Marín, poeta que se atreve a nombrar las cosas y los sentimientos sin retóricas inextricables y que sabe decir lo esencial, pues más allá de su aparente desnudez y desaliño bukowskiano, en los poemas de Marín hay siempre algo más: no sólo una historia oscura del memorial cotidiano de agravios, sino, sobre todo, el gusto por el vértigo de la vida. Los fantasmas familiares, amorosos y domésticos lo habitan y él sabe convocarlos o increparlos con una cruda belleza no exenta de delicada emoción.


“No se puede vivir como si la belleza no existiera”, dice Ricardo Garibay que dijo Luis Rius. Lo sabe Jesús Marín, quien en su Antología poética 1999-2007, La orfandad de las hormigas (Instituto de Cultura del Estado de Durango, 2008, presentación de Fernando Andrade Cancino), nos entrega una obra que no debería pasar inadvertida ante el lector de poesía que no atiende ni al prejuicio ni al prestigio.
Poesía directa y a veces descarnada pero no ingenua, la de Marín hace gala de una afortunadísima falta de oficio en el malabarismo y la pirueta. No quiere dar espectáculo; quiere hacer poesía y comunicarla.
Poesía impura, la de Jesús Marín puede ser también irredenta, herética y soez. En La orfandad de las hormigas incluye una selección de todos sus libros: entre ellos, Si quieres te digo cosas tiernas, El hombre que cazaba ballenas, La mítica Ciudad de las Caguamas y el que da título al volumen.
Cada libro tiene su tono y en cada página identificamos a este superviviente Ismael en el mar del asfalto de Durango. Oda y elegía, celebración y dolor llenan las páginas de este libro, desde la extensa crónica familiar delicada y ruda, hasta las benditas maldiciones y las malditas bendiciones de otros poemas breves.
“Y nunca he logrado crecer/ y nunca he dejado de tener siete años”, dice, sentimental, pero sólo para aclarar después: “No sé quién tenga razón ni me importa./ No escribo para complacer a nadie./ Escribo para no matarme.”
En otro momento refiere: “Soy un cazador de ballenas/ un marinero en tierra/ un charlatán irredento/ viejo bebedor de cerveza,/ náufrago de islas./ Un cazador de ballenas que aparecen/ en las sutiles sombras de la noche./ Diosas del mar/ reinas de los océanos/ suenan tan fuertes en mi corazón/ suenan tan ciertas en mi alma.”
“Cada nalga es un encanto y un peligro./ Bendito sea el demonio/ por haber ideado las nalgas de las mujeres”, escribe este moribundo Ahab a punto del naufragio. Sabe, y así lo dice, que algún día tendrá que levantarse y no sólo ponerse de pie. Por lo pronto es poeta, ni duda cabe, y de la poesía sabe lo esencial: “La mejor forma de leer poesía/ es no leyéndola./ No sirve para maldita la cosa/ pero es indispensable/ para no lanzarse contra los vidrios de hospitales/ no tirarse de cabeza desde puentes/ para no llorar como críos. [...]/ Leer poesía no te salva de nada/ excepto de morir solo.” Nada más, pero también nada menos.
Juan Domingo Argüelles




jueves, 22 de enero de 2009

La Ciudad de la Rabia

Que tu Dios sea el mismo de tu corazón

A veces lo único que nos queda es tener esperanza. Salir cada tarde a navegar entre mares de asfalto de una ciudad desértica. De una ciudad cuya sombra es la ignominia, cuya sangre es la rabia. Bendita ciudad que alguna vez nos habrá de tragar, habrá de crucificarnos sin cruz ni rezos. Aquí lo único es la rabia y la sed. El desierto y la venganza.
Estaré en presencia de la muerte hasta que tú regreses del olvido. Vendrás con el azahar de tus dedos a purificar la maldad, a volver a repetir el bendito nombre de Dios. Sagrada es la tristeza de las mujeres. Inútil su sacrificio: hemos nacidos malditos, hemos sido condenados a la rabia.
Solamente nos queda la esperanza antes de morir. Esperanza que sabrás encontrar los caminos que te devuelvan del pecado de la omisión. Escuchar el llanto primero de la fe; sentir las frescas gotas de tus dedos en mi rostro, el recorrer de manantiales por el cuerpo.
La palabra de Dios resurgirá del polvo en que nos hemos convertidos, cuando tu voz rompa la espera de siglos, la profecía será cumplida: pronunciaras el nombre que me hace bendito entre los hombres, nombre que me dio mi madre, secreto de mujeres, luz del ciego; tu vientre me nombra cuando lo beso, cuando por las noches me refugiaba en su entraña, como el ciego que busca la luz, como el sediento que sacia su sed. Nómbrame con el nombre que hace desaparecer orfandades, que reconstruye mundos. Oblígame a bajarme de la cruz, a sanar mis heridas, perdona mis pecados: tu voz sanando heridas, tu voz desterrando la sal y el odio. Tu voz obligándome a tener alma: alma vagando por las noches, en templos derruidos, en cementerios vacíos, muertos que caminan, ciego de luz y de verdad. Bendita la que viene en nombre del Señor. Despójame de mi herencia de rabia por el acto de creer en mí, por la fe por el que nada tiene que ofrecer; yo que no sé llorar: enséñame, cordero que quita el pecado del mundo, ten piedad de mí: yo que no sé perdonar, quita la mordaza de mi boca y enciende mi corazón. Perdóname porque he pecado contra ti, mujer. Yo que únicamente conozco el sabor de la sangre y la sed de la traición: ten piedad de mí. Bendita la que viene en nombre del Señor. Refúgiame en ti, que de vientre he nacido y en vientre he volver a la otra vida. Regresa del olvido, de la muerte a la que hemos sido condenados. Regresa a inundarme con el Dios que solamente una mujer puede alumbrar. Regresa a mí porque yo no puedo vivir sin alma.
Me habrás de encontrar donde me dejaste, arrodilladlo frente a la madrugada del mundo, en la oscuridad inexpugnable del abismo, en el tajo desamparado de las tinieblas, sed mi luz, rompe este yugo, libérame de mi esclavitud. Habrás de buscarme entre los cadáveres de los impíos, entre la podredumbre de los infieles; cuerpo de sal: ojos pletóricos de alacranes, hermano de víboras, traidor entre traidores. Estaré en la arena escribiendo con mis ojos ciegos las palabras que nadie antes ha escuchado; palabras paridas de tu vientre, palabras que he escrito en tu espalda mientras dormías el sueño extraviado: niña que en su muerte ha sabido darme vida, mujer cuya inocencia me ha obligado a ser Cristo. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Estaré en una ciudad que lleva centurias naufragando, ciudad que no termina por morir. Ciudad que tiene por mar, el priistísimo azul de su cielo y por marineros, los cadáveres de su gente. Ciudad donde en vez de canto de sirenas se escucha el ulular del viento reseco de arena, el quejido de palomas y la risa fría de su cantera.
Veo a esta gente morir de inanición, de insoportable sequía de esperanza, la veo desmoronándose, caerse pedazo a pedazo, sin alumbrar flor alguna. Queda la sal y el hastío, queda la cuenca vacía de los ojos. Ciudad de rabia, Ciudad de desesperanza. Ciudad que clama por el mar; la lengua quemándose al Sol, Sol infinito que calcina y olvida.
Noche a noche, voy a encender el faro, pequeña luz que brilla en mi corazón: horizonte de arena quemada del volcán que fuimos, restos del naufragio, de las cartas carbonizadas, de las palabras que no te dije. Veo como las sombras van ocupando las frías habitaciones de mi Ser.
Te espero a que vengas a salvarme, a que vengas a rescatarme. Yo sé que no tengo perdón, pero una palabra tuya, concebirá el milagro: “y de la dura piedra habrá de surgir el agua, y donde antes había odio habrá esperanza. Y donde antes había oscuridad habrá luz: palabra del Señor”; bendita es la que viene en nombre del Señor, que fue creada a semejanza de su corazón. Ven a devolverme a Dios. A resucitarme de esta muerte de vivir sin ti, mujer.