miércoles, 29 de octubre de 2008

La otra muerte, la que no mata, la que destruye
Jesús Marín

Cuando tú hayas ido de mi vida, tendré que aprender a vivir sin ojos. A respirar sin aire, a latir sin corazón. Tendré que aprender a morir la muerte de los abandonados, la muerte de los que han perdido a la única mujer que podían llamar vida. Porque nadie puede vivir sin sangre. Porque nadie puede habitar un cuerpo vacío. Y nadie puede soportar tanto frío aquí dentro.
Y veré la muerte en tus ojos como dice el poeta ,Sara, amor mío, en esos ojos que fueron mi luz, en esos ojos que me enseñaron lo que es la ternura . Tus ojos de niña, de vampiro, de mujer, de muerte, de oscuridad que ahora me condenan al dolor eterno, que ahora me condena a la no muerte, a esa muerte que lacera, que carcome por dentro, que nos va destruyendo lentamente, que destruye el alma.
Esos ojos que han curado las heridas de mi alma. Esos ojos que por un momento me hicieron creer. Ahora me dicen adiós, ahora cada vez están más lejanos. Y la luz se extingue. Y he vuelto a ser ciego. Y he vuelto a mi vida sin vida. He vuelto a ser muerto, piedra, noche, precipicio.
Ahora llevo la marca de los malditos, de los que han sido crucificados sin cruz. De los que les esta prohibido abrir los ojos. Ahora sufro la muerte de los no vivos, de los que respiran sin sangre, de los que ven sin ver, de los que caminar sin sentir el camino, de los que bebe agua sin tener sed.
Ahora sufro la muerte de los de los que solamente quieren dormir, dormir eternamente, de los que quieren refugiarse en las cuevas, en los panteones. De los que han perdido toda fe y todo Dios.
Una muerte que no mata la vida, destruye el corazón, arranca el alma. Una muerte silenciosa que se va apoderando de las palabras, de las ganas de abrir los ojos, y será un caer infinito, y será un caminar desamparado por las calles, tratando de encontrarte en el rostro de cada mujer que vea en la calle, pero ninguna serás tú, ninguna podrá hacerme sentir este latir de campanas y este trinar de gorriones. Ninguna serás tú, Sara y es un dolor que no podré soportar. Y será mi muerte y mi condena.
Cuando tú te hayas ido, Sara, procura cerrar bien mi ataúd, procura no despedirte de mí, simplemente desaparece de mi vida, porque así mantendré la esperanza de que vas a regresar de entre los muertos.
De qué manera puedo pedirte que no te vayas, que no me abandones a los lobos, si ya te lo he dicho todo. Ya no tengo palabras para decirte las mil formas que te amo. Ya no tengo sangre que ofrecerte. Yo solo puedo quedarme a mitad de la noche rezando porque tú comprendas la clase de amor que te tengo, Ya no puedo hacerte comprender que eres mi sol, mi dios, mi hogar, mi iglesia. Yo estoy muy cansado. Yo te necesito tanto, eres mi vida. Sé ahora mi muerte con tu adiós.
Lo sé, tú nunca me prometiste la eternidad. Tú nunca me has dicho con tus palabras que me amas, me lo has dicho con tus labios al morderme, me lo has dicho tus ojos cuando me miras de esa forma que ninguna mujer puede mirarme. Me lo dice tu vientre que tiembla cuando lo beso, me lo ha dicho la sangre que he bebido de entre tus piernas. Me lo ha gritado el templo de tu cuerpo cuando rezó. Me ha dicho que me amas la dureza de tu pezón cuando lo hago cómplice de mi lengua y de mi saliva. Me amas lo sé, pero es mayor tu cobardía, es mayor tu miedo. Y la prueba la tengo en la espalda, donde tus uñas han dejado las heridas de tu amor. Y la prueba es que no me miras a los ojos cuando dices que te vas. Vete Sara, sé feliz sin mí. Entiérrame y vete en paz.
¿Podré imaginar un mundo sin ti, Sara?, ¿podré despertarme cada mañana sin la esperanza de que ocurra el milagro de estar juntos, robándole a la vida una hora, dos horas para salvarnos de opresión del mundo ,para convertir nuestra alma en una sola, y crear nuestro propio indestructible eterno mundo.
¿Cómo haré para resignarme a estar sin ti?, a vivir la vida de forma cotidiana como si no hubieras existido estos años, como si el haberte conocido no me hubiera marcado, no me hubiera convertido en otro hombre, no me hubiera devuelto al niño que creía perdido.
¿Podré resistir el ya no verte?, el ya no escuchar tu voz diciéndome que todo esta bien. Llamando mi niño. Tú eres el vientre en que he renacido, cuando tu voz pronuncia mi nombre, aquí adentro se crean universos, aquí dentro la luz del mundo me inunda. Yo sin ti soy un como un niño en la oscuridad y aprendí tu nombre como se aprende el nombre de Dios, ¿por qué te vas así, sin decirme una sola vez que me amas, solo me abrazas fuerte y pones tu rostro sobre mi pecho y me dice decirme que todo estará bien, cómo va estarlo si tú te vas a vivir otra vida sin mí.
Dame muerte por tu mano, que entonces no habrá muerte más dulce que morir a manos de la mujer que Dios puso en mi corazón para salvación de mi alma. Ahora que te vayas no te despidas. Sólo vete y ya. Ahora estoy ciego, mutilado. Muerto. Y tus palabras de despedida serían mi epitafio. Vete y déjame con esta muerte que no se apiada de nadie. Con este dolor que ahora tendrá tu nombre. Vete Sara. Te amo pero ni eso fue suficiente. Vete que los muertos se pudren rápido.

Mi vida sin ti
Es difícil a veces dejar las máscaras y mostrarse tal y cual es uno. Es difícil reconocer que sé es vulnerable. Que uno nunca ha dejado de ser un niño pequeño, temeroso de la oscuridad y que lo único que uno necesita es que alguien te abrace muy fuerte. Que lo único que se necesita es creer en alguien y tener por fin , alguien por quien morir cada día.
Es difícil reconocer este amor callado que siempre he tenido por ti. Es difícil decir las palabras que rompan esta caída , esta ir de cama en cama, de mujer en mujer, es difícil que tú me creas, tú que me has visto llorar en tu hombro, tú, que con tus blancas manos me han salvado de la rabia. Es difícil ,ahora ,, hablarte como te estoy hablando y que tú me creas, mi dulce niña.
Uno va por la vida con infinidad de rostros, con infinidad de imposturas. Pero a veces fingir cansa, a veces vivir con los ojos cerrados duele. Dejemos por un momento nuestra actuación, , déjame que te hable del fondo del corazón, de ese lugar que no comparto con nadie, donde escondo del mundo lo que siento por ti, donde habita ese niño que en realidad sabes que soy yo. Déjame que te hable con estos ojos de hombre que ya no pueden callar ante la belleza de tu alma, ante el deslumbramiento de tu piel y ante el precipicio de tu cuerpo. Y decirte las cosas que como amigo me tengo prohibido, decirte que ya no es suficiente ese ligero y imperceptible beso que te doy en la mejilla cuando nos encontramos, decirte que ya no es suficiente con tomarte de la mano apenas el instante suficiente para no enloquecer y soportar heroicamente las ganas de aprisionarte en mis brazos, de robar la tranquilidad de tu cintura.
Quiero saber que se siente caminar contigo en la madrugada, tomados de la mano. Quiero saber que se siente morderte en el cuello y que se siente dormir en tu vientre.
Ya me cansé de mi vida sin ti, , ya me cansé de percibirte triste aunque tus enormes ojos brillen y digan otra cosa, bien sabes, que tú y yo estamos tan cerca como nunca lo estaremos de otros, que tú y yo podemos formar perfectamente la palabra amor y ser uno solo. Bastaría con dejar nuestros miedos y temores, bastaría, con que me dejes darte un solo beso. Un solo beso para que sientas este amor que yace callado y esperando por tu vientre, un beso para empezar a perdonar al mundo, para olvidar el rencor y el cansancio. Un beso de tu boca oh mi ángel , oh mi niña, un beso como principio y luz del mundo. Un beso de tus labios, mi niña traviesa, un beso para salvarme de esta ceguera en que he vivido. Uno solo beso de tu boca, mi niña es lo que te pido, un beso que me haga sentir que Dios esta conmigo de nuevo. Un beso que sane este dolor de orfandad.
Yo sé que de noche ante la soledad de tu cuarto has querido encontrar alguien que de verdad te ame más allá de tu imagen de ángel. Yo sé que puedo ser esa persona y que tú puedes ser mi mundo, y tú puedes ser mi bendición. Yo también ya me cansé de fingir que no pasa nada. Yo también me cansé de vivir sin ti, . Déjame despertar contigo abrazado, deja que nuestros cuerpos encuentren su propio idioma y se conviertan en carne de mi carne y en carne de tu carne. Déjame conocer las canciones que nadie ha escuchado de tu otra voz. Déjame probar la miel que se esconde en el lóbulo de tu oreja. Déjame amarte, y vuelve a vivir, amiga mía, pequeño ángel de mi corazón.
Ya me cansé de soñarte, de despertar cada mañana, esperándote verte dormida a mi lado. Quiero saber como se escucha mi nombre pronunciado en esos labios, en esa boca que provoca mis antojos e incita mis delirios.
Ya me cansé andar errabundo sin hogar ni patria. Sin Dios. Y me cansé de adorar falsos dioses y llorar ante tumbas vacías, quiero una mujer de verdad, quiero una mujer como tú , que sepa entregar el alma en un beso, que sepa amar por una eternidad.
Sé mi ángel , sé la dulce mujer que venga a rescatarme de este naufragio, sé mi isla en este mar llamado vida. Sé la luz que ilumine mi camino. Ya me cansé de mi vida sin ti.

Cuando un hombre ama a una mujer


¿Cómo le hablas de luz a un ciego?
A veces lo único que uno puede hacer en la vida es tratar de ser un hombre, comportarse como un hombre. Ser un hombre frente a los otros hombres, caminar como un hombre, beber cerveza como un hombre, aunque por dentro se esté de rodillas, aunque por dentro se sangre y el dolor nos queme. Aunque por las noches acabes en la cama, doblado, apretándote el vientre, aguantándote las ganas de ir a buscarla.
Ser un hombre para no rendirse y no caer, aunque ya vivas desde hace tiempo en el abismo, con un hueco aquí dentro y un vacío entre tus manos. Y todo lo que deseas es que ella diga tu nombre y ella te abrace muy fuerte para olvidar el desamparo de hacer nacido solo, de morir tan solo. Cuando un hombre ama a una mujer por ella es capaz de todo, incluso de renunciar a ella.
Una vez leí que un hombre puede ser derrotado pero no vencido. En ese entonces no lo entendí del todo, quizá porque no conocía de derrotas, de la verdadera derrota, de la que un hombre no se levanta. La de ser vencido por una mujer. Y es que cuando un hombre ama a una mujer por ella lo deja todo, por ella deja su hombría, a sus amigos, por ella se moja bajo la lluvia esperándola toda una noche, toda una vida. Por ella se deja morir. Y no hay peor muerte en vida que la de morir de amor por una mujer. De esa muerte ya no te puedes levantar y si uno sigue adelante es porque un hombre nunca se rinde, y es porque uno hombre no sabe de lágrimas ni de derrotas. Y aunque uno ya esté muerto, uno debe seguir viviendo porque uno no sabe hacer otra cosa, porque a uno no lo enseñaron a rendirse, a dejarse morir en silencio.
Uno debe aparentar que todo esta bien, que solamente fue otra más en el camino, que mujeres hay muchas y de sobra, y a lo mejor es cierto, pero solamente hay un mujer que te hace vibrar, que hace que te tiemblen las corvas cuando ella pasa su mano por tu rostro y te llama mi niño y te dice que todo esta bien y tú te refugias en su pecho, en su inocente vientre que no sabe de maldades, que no sabe de odios y solamente ahí puedes ser un verdadero hombre, y solamente ahí puedes volver a ser de nuevo un niño. Y ella te mira con sus ojos de mujer, con sus ojos de amante, con sus ojos de ángel, con sus ojos de madre, y uno se da cuenta que no habrá mujer en el mundo que puedas amar como amas a ella, y uno se da cuenta que uno podría morirse si ella se lo pide. Y uno muere cada día que pasa lejos de ella, cada noche que no esta junto a ti para consolarte del desamparo, para ofrecerte su cobijo y su ternura.
Cuando un hombre ama a una mujer por ella podrá dejar la vida. Y la deja. Por ella podría convertirse en mil hombres. Y se convierte. Por ella daría su sangre y su corazón. Y los deja. Cuando un hombre ama a una mujer vuelve a ser un niño, indefenso e inocente, ofreciéndole su corazón, ofreciéndole la ternura de no saber como amarla, pero la ama y muere por ella. Cuando un hombre ama a una mujer hasta el mismo Dios se conmueve, porque no hay amor más puro que el amor de un hombre que muere por lo que ama, por lo que cree. Por la única mujer que podrá amar así en su vida. Por la mujer que lo convierte en algo más que un hombre, en algo más que un ángel, en casi Dios.
Pero a dónde ir cuando esa mujer no te ama como tú la amas, cómo ser entonces un hombre, cómo comportarse como tal. Cómo caminar de nuevo al sol cuando tienes el corazón destrozado, cuando una parte de ti ya no funciona. Cuando estás en la lona, noqueado y mirando los destellos de las luces, escuchando los gritos de lo demás. Y te quieres quedar ahí abajo, tirado y vencido. Noqueado sin haber recibido un solo golpe, sin haber recibido una sola herida. Y lo único que pasa por tu mente es que ojalá ella estuviera contigo.
Cómo explicarte mi niña que mi mundo eres tú. Que tú eres la mujer que yo soñé para fundar un mundo, para perpetuar mi sangre en tu sangre. Cómo explicarte que lo único que deseo es amanecer cada día a tu lado y mirarte junto a mí, dormida como aquel domingo y besarnos hasta que los labios nos sangren y me arañes la espalda y grites mi nombre cuando hacemos el amor. Como explicarte que mi mundo eres tú, que antes de ti no hubo mujer y después de ti no la habrá, que tú eres la mujer que yo amo y por la que quiero morir. Por la que hoy estoy muriendo, porque ahora sé que de amor, sí se puede morir.
Cómo explicarte que tú, a tus veintitrés años me haces llorar con tan solo decirme que ya no me quieres ver, que no tienes tiempo para mí, cómo explicarte que me haces sentir completo, que a tu lado creo en Dios y en todo lo que me digas, bendita eres entre todas las mujeres y bendito sea tu vientre, oh mi dulce Sara.
Cómo explicarte que iluminas mi vida con tan sólo mirarme con tus ojos que cierran las heridas, con tus manos que hacen milagros en mi cuerpo con tocarme y donde antes era desierto ahora es vergel Y donde antes hubo muerte ahora hay un hombre. Y tu boca hace crecer flores en mis manos con tan sólo besarlas. Tu voz es la voz del mundo, es la voz de Dios, haciéndome renacer, convirtiendo la oscuridad en luz, convirtiéndome en hombre salvo, dándome el perdón de siglos de odios.
Por ti, Sara, vuelvo a ser un niño, por ti soy un hombre que te ama. Eres la luz del mundo para perdón de mis pecados. Eres Dios convertido en vientre, eres mi segunda madre. Por ti la muerte se convierte en vida. Por ti estoy muriendo. En tu vientre encomiendo mi espíritu. Una palabra tuya bastara. Bendita seas por los siglos de los siglos. Amén.