domingo, 7 de junio de 2009

Nadie te puede tocar
Jesús Marín

… amanece tan pronto y yo estoy tan solo y no me arrepiento de lo de ayer. Sí, las estrellas te iluminan y te sirven de guía, te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar. Las distancias se hacen
cortas, pasan rápidas las horas y este cuarto no para de menguar. Y tantas cosas por decir, tanta charla por aquí, si fuera posible escapar de este lugar…
El Duende. Bunbury


No sé cuando tiempo llevo aquí, en esta tumba, bajo toneladas de tierra, fue tanto el dolor de saberte perdida, ¡oh mi princesa de la noche, oh mi reina de la oscuridad!, que desesperado busqué el silencio de la tierra sagrada, único sitio donde los inmortales estamos a salvo, aquí no hay luz ni oscuridad, ni vencedores ni vencidos, solo paz, tregua para el desamparado, silencio para que el se ha cansado de clamar en el desierto.
No sé cuántos eones han pasado desde que busqué asilo en este cementerio, he cerrado los ojos pero mi corazón sigue sangrando por ti, ¡oh mi dueña!, ¡oh mi ángel de piedad!, venir a ser la luz de mis ojos, a ser la sangre que corre por mis venas, os suplico, volver a llenarme de ternura, dame la piedad de tus labios, lléname con la sangre de tu sangre; estas manos de demonio se marchitan sin la primavera de tus dedos. Vuelve a ser la niña que se queda dormida en mi pecho, vuelve a tomarme de la mano como en las noches en que mi sed de sangre la saciaba tu cuello. Ven a enseñarme que aún tengo salvación, yo, el maligno, yo, el maldecido desde el principio de los tiempos, el que fue desterrado y condenado a vagar eternamente, el ángel caído: detén este dolor, acaba con este odio, , mi reina, ven con tu sabiduría de mujer a redimir este cuerpo crucificado, bájame de la cruz con el sacrificio de tu inocencia, solo tú puedes salvarme, solo tú puedes, Oh despertad de tu sueño de muerte, Oh Dios, cualquier Dios, escuchad esta plegaria, haced que ella regrese a mí, mis lágrimas de sangre son testimonio que yo también necesito del perdón, yo también soy hijo de Dios, Oh Jesús Cristo mi odiado enemigo, interceder por mí, haced que resucite , que sea eternamente mía, te ofrezco mi alma rebelde, te ofrezco mi redención, he aquí mi maldad a cambio de su amor. A cambio de la mirada de sus ojos, iluminando este páramo, iluminando este desierto de mi cuerpo. Ella es la verdad y el verbo. Bendita sea entre todas las mujeres y bendito sea su vientre, mi virgen oscura, mi pequeño ángel de piedad,
¿Recuerdas?, las noches en caminamos por las desiertas calles, de ciudades ya olvidadas, entre gente que hace millones es polvo, de cómo sentía tu tristeza refugiándose en mi pecho, de nuestros besos, de las mordidas en el cuello, del grito de dolor al poseerte la primera vez, cuando bebí por vez primera de tu inocencia de mujer. Recuerdas como se perdía tu pequeña mano blanca entre la oscuridad de mis garras y como tu risa eran diamantes cayendo en mi corazón , oh dulce niña, oh dulce amor, heme aquí de rodillas, un demonio condenado al destierro, clamando por tu regreso.
Aquí entre nieblas, en la oscuridad de mi corazón, entre la sangre estéril, he escuchado tu voz, tu débil voz quejándote, llamándome, llorando por los dos. Pero estoy tan débil, tan vencido, necesito de tu sangre, mi joven niña, mi hermosa , ven a ofrecerme la inocencia de tu vientre, ven a darme vida de nuevo, yo el inmortal, Príncipe entre Príncipes, clamando por piedad, yo, el devorador de la noche, el que abre caminos, desamparado, llorando como un crío, muriendo sin honor, clamando por tus labios, ¡oh !
Yo no soporto vivir sin ti, he sido vencido por lo que los humanos llaman amor, ahora comprendo que necesito de la desnudez tu espalda, besarla hasta recorrer el húmedo camino que me lleve a la gloria , que me lleve a la muerte sagrada de dos cuerpos retorciéndose ,cual serpientes, cual antiguo ritual ; necesito morder y desgarrar tu piel, necesito el desamparado abismo de tus muslos, abiertos a mi lujuria: es tu cuerpo el templo donde son perdonados mis pecados, donde la sangre derramada es purificada. ¡Dios, cualquier Dios!, escuchadme, a este príncipe en el exilio, a este demonio condenado a vivir sin ella, perdonadme, haz que regrese, que mi amada regrese de entre los muertos, que su cuerpo deje de ser carroña, y vuelva a ser esa niña hermosa, de ojos tristes, de talle delgado, de senos pequeños, por favor, cualquier Dios, os suplico, tomadme a mí, pero a ella volved a darle vida, oh perdóname mis pecados; ángel de la oscuridad, necesito que juntos busquemos el consuelo de la muerte, ven amada mía y bebamos la sangre de nuestros cuerpos, déjame abrir con mi lengua la herida de tu vientre y beber de ella, el único alimento que me redime, la única sangre que me convierte en iluminado, oh dulce niña con tus manos haces que mi maldad se convierta en inocencia, solo tú has sabido ver más allá de mi crueldad, solo tu voz hace que el odio de siglos desaparezca, yo podría morir por tus manos y lo sabes, soy eternamente tuyo. Oh mi ángel de piedad, extraño tus colmillos hundiéndose en mi cuello, bebiendo mi sangre, alimentándome de ti, extraño cuando tus manos se posan en mi rostro y lo recorren lentamente, oh , necesito la ternura que solamente en tus manos he podido encontrar, te necesito despojada de tu humanidad, convertida en mi princesa, para volver a ser lo que fuimos, la luz más bella, el ángel caído que los impíos separaron ven a mí, princesa de la oscuridad. ¡Oh Dios, cualquier Dios, escuchadnos y tenednos piedad, os suplicamos!

1 comentario:

Imagino dijo...

Por vos no pasan los años.

Saludos