domingo, 8 de agosto de 2010


Te ofrezco la lealtad de un hombre que no ha sido leal; ofrezco morir por ti
Jesús Marín

El elixir de los sueños lo he bebido hoy por fin…Y en esta vida nos volvimos a encontrar… Sé que alguna vez tus ojos me miraron como hoy y el eco de mi corazón te llama otra vez…
De Ja Vu. Anabantha


Dicen que el destino lo llevamos en la sangre. Dicen que esta escrito desde antes de nacer. Y que nadie escapa a sus designios. Y caminamos por la vida, errantes ,mutilados, buscando quienes somos en realidad, buscando esa otra parte que nos falta, rezando por encontrarnos con esa única mujer, llamada muerte, llamada resurrección; sangre de nuestra sangre, única alma en dos cuerpos, alma separada por el diluvio, por la incomprensión de los hombres, los impíos, los ciegos de la verdadera luz: la oscuridad; mortales hombres que ignoran el sabor bendito de la sangre, el poder de las tinieblas: pervertir es oficio de dioses. Y volveremos a ser ángel: hombre y mujer, Príncipes entre Príncipes. Nuestras alas volverán a reinar en la noche. Y la venganza será nuestra. Eternidad es nuestro nombre.
Dicen que el dolor no cesa hasta que nuestras almas se vuelven a encontrar, hasta que la palabra antigua es pronunciada y la sangre es vino y absolución. Benditos los que beben de ella porque jamás morirán. Y la muerte vuelve a ser vida.
Dicen que nos pasamos la vida buscando la mitad nuestra, la que perdimos cuando el mundo era nada: polvo somos y en oscuridad nos convertiremos. Ella por fin ha llegado, por fin nuestros dioses, los primordiales, los que no pueden ser nombrados, han escuchado nuestras súplicas y nos ha vuelto a reunir. Ella con la mirada que cura. Ella con las manos que santifican. Ella cuya sangre es mi bendición. Ha regresado a mí, de nuevo, juntos como al principio de los tiempos, cuando éramos la luz más bella ,¡oh Luzbel amado maestro, glorifícanos!
Me has mirado y hemos sido uno nuevamente. El destierro ha terminado. Me iluminas con la mirada, la que acaricia, la que construye mundos y expía culpas: benditas seas amada Lilith, mi pequeña Nayeli, has vuelto del desamparo, a salvarme del abismo, a devolverme la fe. Toma mi sangre y mi corazón, te pertenecen. Te ofrezco lo que a ninguna mujer he ofrecido. Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal. Te ofrezco protegerte con mi vida, amarte con mis huesos. Derramar mi sangre si así me lo pides. Ofrezco decirte te amo desde la sinceridad de mi corazón. Te ofrezco las lágrimas que no he derramado desde los siete años. En tu alma encomiendo mi espíritu. Dame vida o dame muerte. Soy tu tuyo, ahora y desde siempre. Lo soy desde cuando éramos oscuridad, cuando éramos sueños. Ofrezco ser tuyo, únicamente tuyo, en vida y muerte, en abismo y sangre. En esperanza y soledad. Toma mi cuello, bebe mi sangre. Dame tu mano y volemos juntos. No me sueltes, no me dejes solo, te lo suplico. El milagro ha sucedido, la crucifixión ha terminado, salvo soy, liberado soy.
Y llorare en tu vientre, dulce amor, llorare las lágrimas de la expiación, las lágrimas de los que han renacido. Te diré palabras nunca antes pronunciadas por mi pecho, palabras de antiguo, que sólo tú y yo conocemos, y abriré mis venas para que mi sangre te bendiga, te alimente. Bendita eres entre todas las mujeres, bendita seas mi perversa niña. La guerra ha terminado. Eres mi santuario, eres mi hogar, eres mi mujer; por fin la sed será saciada, mi niña, mi pequeña Lilith, que nuestros labios hablen por nosotros. Estás aquí, junto a mí, he sido perdonado.
Surges cuando el desamparo me atosiga, cuando la desesperanza es el blanco de mi mirada, cuando el desierto lo llena todo. Cuando los impíos me han arrinconado. Y la oscuridad ha huido de mi corazón. Llegas con tu voz extraña, de alguien que ha vivido eternamente y me miras como mujer alguna lo ha hecho y me obligas a caer de rodillas, a pedirte muerte, a suplicar el cobijo de tu inocencia pervertida.
Sálvame de la luz, mi amada Lilith, lléname de muerte, ofréceme el cáliz de tu sangre, el templo de tu cuerpo, el asilo de tu vientre. Sé mi refugio, mi mujer, mi madre, mi hija, mi amante. Bendita la que viene a darme la sangre de su herida, que se entrega sin piedad ni misericordia. Bendita la inocencia de tu desnudez. Bendita la santa perversión de tu boca. Eres la palabra que pervierte. Bendita la que viene en nombre del que-abre-camino, del oscuro, del innombrable, del que yace entre las tinieblas, rey de la víboras, príncipe de chacales.
Vienes con la palabra que da luz, con los labios que iluminan. Eres mi sangre, eres mi muerte. Tú me has vuelto Dios. Me has convertido en hombre. Por ti volverá la oscuridad a fluir en mi corazón. La sed será saciada con tu cuerpo, así está escrito en la ley de nuestra estirpe; la espera ha terminado, el dolor ha cesado, ven Nayeli , ven a darme vida, a llenar mis labios con la copa de tu vientre, con el fuego de tu seno. Hoy estado ciego y he vuelto a ver. Hoy he estado muerto y he sido devuelto a la oscuridad. De nuevo soy Príncipe entre Príncipes. Tú me has devuelto el poder. Tu sangre me ha hecho fuerte. Me ha convertido en ángel. Benditas seas bienamada Lilith.

2 comentarios:

oskarconk dijo...

oye wey yo nose supongo, tus poemas no mames y me encontree con esto de pura casualidad, soy lector y poeta no por gusto por necesidad por hambre de comprension pero tengo mi lado no tan bello el animal, me llegan tus palabras es mas creo que eres la revolucion de la escritura o he leido muy poco, oye como sea cuando no estes tan enamorau, o cuando esa vieja(musa) te mande a la verga, tienes un compa en puebla te invito unas cheves en un putero, se ta va olvidar te lo aseguro, muy chingon lo que escribes, comprare tu libro si es que lo venden. saludos :D

Ismael Lares dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.