martes, 26 de agosto de 2008

La muerte de un demonio

Para Sara dónde quiera que
su soledad y miedo la hayan empujado


Ahora sí me he quedado solo. Desamparado en este mundo de hombres que no comprendo, yo, el último de mi estirpe, Príncipe entre príncipes. Mi princesa, mi Sara, mi pequeña niña, me ha abandonado. Y la noche se ha vuelto eterna. Y la noche ha dejado de ser mi reino. Y el dolor es inconcebible, ahora sí puedo dejarme morir, yo que he vivido desde el principio de los tiempos, cuando fuimos expulsados, cuando dejamos de ser la luz más bella, cuando éramos tú y yo, un solo ser: ángel y demonio, carne y sangre; hoy me condenadas a la muerte que ciega, a la muerte de la que ya no se resucita; hoy me condenas a vivir sin ti, mi dulce Sara. Ahora puedo dejarme crucificar por los impíos, por los hipócritas adoradores de la cruz. Ahora sí puedo mirar el amanecer y dejar que el fuego calcine mi mirada: ella, la mujer por la que mi sangre gritaba, mi ángel que me despojaba de maldad y venganza, de odio y rencor, ahora me ha despojado de la voluntad de vivir, ahora me ha quitado al dios que adoraba, me ha condenado a vagar solo y muerto, solo y derrumbado, ¡Oh Sara cómo puedes ser tan cruel con tu demonio cuyo único pecado es amarte más allá de todo tiempo, más allá de toda religión y de todo dios!
Me ha despojado de su amado vientre, y ya no puedo beber de su herida y ya no puedo saborear sus labios, muerto soy, maldecido he de morir, ella me ha abandonado, me ha dejado a mitad de la nada, ha roto la promesa de amarnos por siempre, ha roto con la profecía de los antiguos: “ángel y demonio se unirán en sangre y cuerpo y serán un solo, y no habrá luz y no habrá oscuridad, y volverá a reinar la verdadera sombra, ,la verdadera sangre, y Luzbel, Príncipe del mundo volverá a ocupar el puesto que le corresponde; Rey de reyes, y su reino no tendrá fin”.
Hoy es la muerte, hoy es el fin, de qué me sirve ser inmortal, de qué me sirve la impía sangre de los hombres si por mis venas ya no correrá la esperanza de volver a verte, de volver a tener tu cuerpo frágil de mujer entre mis garras de demonio, si mi lengua ya no tendrá el consuelo de tu lengua de serpiente enredándose por todo mi ser. Si mis ojos ya no serán cerrados por tus besos, mi amada Sara. Quién podrá darme de beber de la ternura de su alma pura, quién podrá ofrecerse en sacrifico para salvar mi alma, quién diría mi antiguo nombre, el que solamente tú conoces; tú que me diste vida y sangre, tú que me diste iglesia y hogar, ahora me dejas desamparado, ahora me dejas sin vida. Bendita seas mi ángel por las centurias de amor que me diste. Bendita seas por haberme ofrecido la inocencia de tu vientre para saciad mis ansias de muerte, para ahogar este dolor de no pertenecer a ninguna sitio, para sentir que por fin tenía un hogar, yo ,el maldito, yo el desterrado, cuyo nombre fue borrado del paraíso, cuyo nombre es prohibido pronunciar entre los hombres. Bendita seas Sara porque me hiciste conocer a Dios, porque me hiciste creer que podía ser como los otros, los mortales que conocen la inmortalidad que da el amor. Bendita seas mi Princesa oscura.
¿No oyes cómo la noche se aleja Sara?, como los primeros albores del amanecer me llaman, ver el sol, esa luz prohibida para seres como nosotros. No sé dónde estás, ya no te siento en el viento de la madrugada, ya no me llega tu voz. Ha terminado todo para mí, y lo que no pudo ningún Dios y ninguna profecía, lo has podido tú: destruirme, acabar con la furia de este ser, acabar con la fe de este demonio.
Ahora debo salir a la luz del día, debo dejarme caer al abismo, debo abrir mis alas de demonio y volar hacia el Sol y dejarme calcinar. Y dejarme morir por ti. Oh mi Princesa, o h mi ángel de oscuridad… te amo, Sara, bendita seas…

1 comentario:

Imagino dijo...

no sé si será complejo cenicienta, pero creo que una mujer siempre busca una casa, es un deseo colectivo más allá de las ganas de no desearlo, es puro inconsciente buscar una casa en un hombre y cuando esa casa no está habitada dan ganas de marcharse.

sos un ángel con máscara de demonio del cual no tienes nada, nada, si te dieras cuenta cuánta luz brilla en vos!