sábado, 10 de mayo de 2008

La fe de un demonio

Jesús Marín

Qué hago en una ciudad a donde no pertenezco, escondiéndome de la luz del día en un miserable cuarto de hotel, huyendo de los espejos y de los ojos de la gente que me mira, inquieta y temerosa, como sospechando que no pertenezco a su especie; qué hago saliendo cada noche a beber la sangre de uno de ellos para prolongar mi inmortalidad, prolongar la espera de ti, mi princesa de la oscuridad, buscándote entre las calles de los mortales, en los cementerios abandonados, entre los hijos de la noche.
EL hermano viento no sabe decirme a dónde te han llevado, no sabe decirme dónde quedó el rastro de tu piel, la suave fragilidad de tu tristeza, oh mi niña cuánta falta me haces, cuánto añoro tus manos pequeñas deslizándose sobre mi rostro, tu pecho acurrucándose entre mi pecho, cuando me haces falta en la eternidad, ¿ Cuándo volverá esa noche en que tu mano sea prolongación de mi mano?, y al mirarte a los ojos sabré que mi destierro habrá terminado; estoy tan cansado Sara, que quisiera salir a luz del día y acabar con este desamparo, con este vivir sin ti, me dueles desde siglos, me duele saber que vives esa vida triste y alejada de mí, me duele no ser parte de tu cuerpo cada noche, no ser parte de tus sueños cada eternidad, me dueles Sara.
Hace meses que no sé de ti, que no he recibido tu llamado, te escucho levemente cada noche, te veo entre sueños, prisionera de ellos, los falsos profetas, los jueces que nos condenaron a vagar por esta inmensidad, por esta tierra inhóspita; ellos que adoran la falsa luz, ellos que desprecian la oscuridad, la luz más luminosa. Ellos que nos desterraron, a nosotros, los verdaderos príncipes de la noche, oh ángel mío, dulce niña, pequeña mitad mía, sangre de mi sangre, cuerpo de mi cuerpo: entre sueños percibo tu dolor, tu infinita tristeza y soledad, quisiera vencer esta cárcel de piel, esta miserable mortalidad de hombre ante los espejos y recuperar mi antiguo poder, y volver a surcar los oscuros cielos de la noche y volver a ser príncipe entre príncipe de las tinieblas y desplegar mis alas negras e ir hacia ti y rescatarte de tu dolor, rescatarte de tu prisión.
Nuestra madre, la luna es testigo de las noches en que he llorado de dolor por ti, en que he gritado a nuestro amado maestro Luzbel su ayuda para romper los yugos que nos tiene sometido y volver a ser uno solo y que tú, ángel de la oscuridad, y yo, demonio que habita la piel de un hombre, vuelvan a unirse en la antigua ceremonia, en el sagrado rito que ningún Dios puede destruir y ser carne de tu carne y en tu vientre recuperar la fe y en tu vientre recuperar a mi Dios, tú eres mi Dios, eres mi muerte.
Haz el milagro de nuevo, pronuncia mi nombre, el que tú solo conoces, devuelve la oscuridad a mi corazón, devuelve la sangre a mis venas. Haz que renazca de nuevo, cura mi odio y mi maldad, cura mi corazón, haz que vuelva a creer. Ser uno solo, la luz más hermosa, la luz más poderosa y no exista ni noche ni día y nuestro reino sea eterno y nuestra sangre, sangre única.
Heme aquí, como desde el principio de los tiempos cuando éramos uno solo, y ahora que vivimos separados, tú en el cuerpo de un ángel, de una mujer, ¡oh Sara!, y yo, como demonio, que habita en el cuerpo de un hombre, alejado de luz, heme aquí, con este amor que no ha cambiado en centurias, con esta sed que no se agota por tu sangre, con estas lágrimas que solo tú has podido sanar, heme aquí, esperando por una palabra tuya, esperando por una mirada de tus frágiles ojos, esperando que tu boca se hunda en mi cuello y te alimentes de mí, soy tuyo y de nadie he de ser, para mí no hay ningún dios en la tierra y en el cielo, para mí no hay ninguna luz ni ninguna oscuridad , que tú, mi amada Sara, mi Princesa de la oscuridad y si he de morir habrá de ser por tu mano y si he de renacer habrá de ser por tu vientre y tu boca será mi hogar y tu vientre mi refugio y eres mi mujer por lo siglos de los siglos, ha si lo ha dicho nuestro Señor , la luz más bella, Luzbel, y así ha de ser por los siglos de los siglos. Amén.

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